Esa voz de característica única de personalidad irrepetible le bastó a Agustín Magaldi Coviello, para integrar la trilogía fundamental del cancionero criollo, junto con Carlos Gardel o Ignacio Corsini. Con un repertorio distinto, con un público diferente y con una profunda expresividad también distinta. Nació en Rosario el 1° de diciembre de 1893 y con los primeros años del siglo siguiente, surgió su gusto por la interpretación. Los temas liricos que se escuchaban en su casa le sirvieron de antecedente para apasionarse por la música, alfo que nunca le impidió deleitarse con la ópera, pero su necesidad lo llevó a cultivar el repertorio criollo. Primero fue en fiestas y reuniones familiares, luego junto con su amigo y pianista Salvador Gutiérrez, recorriendo los pueblos de los alrededores de Rosario.
Todavía no era mayor de edad, cuando se unió a la troupe Volpi – Galdi. A la pareja artística se le armo Pedro Manuel Eguía, guitarrista que no solo fue acompañante del dúo, sino que le sirvió a Magaldi para su aprendizaje del instrumento. También por aquella época inicial, se radicó en su ciudad natal, el maestro Nicola Mignona, quien fue su primer profesor de canto.
A partir de 1920 y debido a la necesidad, integró su primer dúo junto con Yubone. Después hizo lo mismo con Espinoza, otro compañero de rubro, pero la suerte no estuvo de su lado en aquel inicio. Debido a esto, Magaldi decidió probar fortuna en la Capital y en 1924 se integró a la troupe del actor Feliz Blanco, realizando giras por el interior del país. El 9 de julio de ese mismo año, su voz salió al aire por Radio Flores e inmediatamente Rosita Quiroga, que grababa para la casa Víctor también integraba el elenco, lo invitó a grabar a dúo. Ambos tenían temperamentos diferentes: ella era dueña de una voz susurrante, el poseía un caudal profundo.
El Cantante Inconfundible
El siguiente paso fue tomar otro dúo con Pedro Noda, con quien en mayo del año siguiente registraron en el disco su primer trabajo, siendo acompañados por Enrique Maciel y José María Aguilar. Siendo reemplazados a su vez por Genaro Veiga y Rosendo Pesoa. En 1929, la casa Brunswick lo contrató en exclusividad hasta 1932, durante este periodo fue secundado por Diego Centeno y Juan Epumer. De aquí en más el ocupo un lugar relevante como solista, su estilo sentimental le hizo ganar día tras día más adeptos, obligando a soslayar la voz de Pedro Noda. Hasta su desvinculación en diciembre de 1935. Al año siguiente y ante los micrófonos de Radio Splendid fue reconocido por primera vez como “la voz sentimental de Buenos Aires” Meses después, firmó un contrato en exclusividad con Radio Belgrano ligándolo definitivamente como solista a la memoria popular. Pero asuntos personales descuidaron su trayectoria artística durante 1937. Fueron frecuentes sus viajes a Córdoba, volviendo a la radio recién en 1938 para las audiciones de la Primera Cadena Argentina de Broadcasting. Sin embargo, el 17 de agosto sufrió un derrame biliar del cual nunca pudo recuperarse. El 8 de septiembre se apagó su voz inconfundible con la que canto a los humildes. Con el que se ganó el reconocimiento eterno.