Se dice regularmente cuando se trata de comentarios sobre gente que se considera de abolengo.
Varias causas se consideraron para otras tantas historias sobre este dicho de uso corriente en nuestro tiempo. La que más se acerca a tener visos de realidad data de la época de los romanos.
Parece ser que era usanza de las familias con antepasados ilustres colocar en los jardines de sus palacios los bustos, o a veces estatuas de sus antepasados. Las familias con muchos bustos en el jardín aparentemente nuevo y por lo tanto limpio, eran considerados los nuevos ricos.
Era que el humo depositaba su hollín en las blancas estatuas de vieja data, y el dicho era, aparentemente: Fulano de tal tiene antepasados con pocos humos. Con el tiempo se fue variando para aquellos que si tenían los bustos con humos, y por lo tanto fueron lo que recibieron el mote como se usa actualmente.
Alberto del Río, en un pequeño opúsculo sobre este dicho, asegura que se debe el mismo a las formas de andar en las gentes adineradas, levantando la nariz, como si le molestara el humo que frecuentemente se producía en las calles en donde las gentes prendían fuego, especialmente en los mercados. Con todo respeto me inclino por la versión que nos transmiten Covarrubias y Rodríguez Marín bastante similares a la expuestas más arriba.
El Origen de los Dichos – Editora Selene – 1990 – por María Corrado
Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo…
¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo,
un sueño que durara hasta la muerte!…
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.
Poema «rima xc» de Gustavo Adolfo Bécquer