Publicada originalmente en 1995, Santa Evita es una novela y en tanto literatura es ficción. El autor (ser real, de carne y hueso) crea un micro cosmos ficcional con un narrador extradiegético que forma parte de la trama y narra en tercera persona el derrotero de una muerta, de un cadáver que a la sazón es una de las mujeres más relevantes, impactantes, influyentes e icónicas del siglo XX, de la historia argentina y universal.
La literatura (a diferencia de la ciencia) no debe ser verificable, debe ser verosímil, aunque se base en hechos reales. La realidad adquiere nueva identidad a través la imaginación del autor que da origen a otro universo para los hechos y los transforma con las herramientas del arte: en este caso con los recursos estilísticos, retóricos, con una prosa metafórica, simbólica y hasta falaz porque no busca la verdad, aspira a que su obra sea creíble, impactante, atractiva y apasionante: verosímil.
No es un documento, no es una investigación, no es una crónica, no es un informe, no es un tratado de historia contemporánea, es una obra de arte y sólo se debe a la premisa de Aristóteles plasmada en la Poética: catarsis y goce estético.
Leyendo Santa Evita purgamos nuestras pasiones a través de la emoción que nos genera: dolor, angustia, rabia, anhelo de justicia, desazón, desesperanza, enojo, impotencia, al tiempo que experimentamos el goce de la belleza que el autor ha trabajado a través de una combinación elegida, buscada y única de un discurso poético, que inaugure un nuevo cosmos ficcional para una historia real, conocida y sometida a múltiples versiones y perversiones.
Lo único verdadero que podemos encontrar en Santa Evita es la verificación del miedo de los varones a la mujer sin miedo…aun muerta.
Cristina Eseiza
Profesora de Letras – UBA
Escritora
Santa Evita – Tomás Eloy Martínez – Punto de Lectura – 1995
Sinopsis de la Contratapa del Libro
Diosa, reina, señora, madre de los pobres, abanderada de los trabajadores y árbitro de la moda. Santa Evita para unos y para otros una analfabeta resentida, trepadora, loca y ordinaria, presidenta de una “dictadura de mendigos”.
El protagonista de esta novela es el cuerpo de Eva Duarte de Perón, al cual el embalsamador español Pedro Ara devolvió su belleza y juventud después de la muerte. Un cuerpo del que se hicieron barias copias y que, en su enloquecedor viaje por el mundo durante veintiséis años, transforma a cuantos se le acercan y se confunde con un pueblo a la deriva que no ha perdido la esperanza del regreso de su benefactora.
Tomas Eloy Martínez, ganador del Premio Alfaguara de Novela 2002 con El Vuelo de la Reina, capta con inusual agudeza como ficción y realidad, historia y mito pueden ser lo mismo. Su magistral relato, “deslizándose entre las luces de lo que no fue y las oscuridades de lo que pudo haber sido”, sorprenda al lector desde la primera página y lo lleva a reflexionar sobre la esencia de la novela: “Contra la fugacidad, la letra. Contra la muerte, el relato”