Contra cualquier teoría científica o ideológica, un argentino bajo, regordete y de bigotes íntimos afirma ser el creador de “los gorilas”, hecho acaecido en marzo de 1955 en la Capital Federal. Se autoproclama su hacedor espontaneísta y de responsabilidad absolutamente limitada a las indas radiales, escuchadas entonces por chicas Divito, hombres de chambergo, señoras de batones y chicos que creían en la cigüeña y otros.
Todo comenzó en Radio Splendid, cuando a este señor se le ocurrió que podía tener su propio programa cómico, alentado por Wimpy y Enrique Santos Discépolo. Por entonces ya había dejado el dibujo publicitario y encarado los riesgos de la radio, el medio de comunicación entonces masivo.- Su audacia creativa se limitaba a Tangos y boleros- donde payaba a favor del ritmo tropical que acunaba a las nuevas generaciones- y a la inclusión de reportajes humorísticos a los divos de entonces, dentro de su programa.- Un alto en la huella.
Fue la entrevista con Wimpy lo que lo empujo a encontrar un auspiciante decidido al riesgo de encarar la risa fuera de los cánones de Felipe. Y como este señor bajito se llamaba Délfor Amaranto Dicasolo, el dueño de la firma Ca- Si, un siciliano como sus ancestros, se decidió a escucharlo. Al empresario le gustó la idea de Délfor -como lo llamaban todos- pero le previno que iba a ser imposible sacar al aire “reclames” que mencionaran sus productos, sencillamente porque en el código radial se prohibía el termino calzoncillo, bombacha y afines, ampliamente restringidos en los términos “ropa interior”. Entonces Délfor apeló a sus conocimientos del dibujo y comenzó a esbozar un tronco con calzoncillo elastizado y así inventó el término “anatómico”.
Pero debía sortear otro problema. El hijo del siciliano, un economista joven y pujante, adujo que los libreros del programa decían ser de alguno de los famosos: Abel Santa Cruz, Miguel Coronato Paz o el mismo Wimpy. La condición no desalentó a nuestro hombre que comenzó por descartar a Santa Cruz- libretista de comedias pero no humorista- , y a Wimpy porque se negaba a reemplazarlo como libretista. Su proyecto fue aceptado pro Coronato Paz, pese a lo ocupado que estaba con el programa de Luis Sandrini, y allí llegamos a octubre de 1954, cuando Délfor pone al aire la revista dislocada. Pero sucedió que el primer programa fue una pálida imitación de Felipe porque Coronato Paz obvió sus indicaciones de incluir muchos personajes al estilo revisteríl de la calle Corrientes. Con el cierre de la segunda salida al aire, el auspiciante le dio el ultimátum: o hacía el programa prometido o se retiraba. Así fue que Délfor encontró la idea salvadora: escribir doce páginas de libretos para publicidad por cada programa, con sus propios personajes. El público asistente se dobló de risa, pero Coronato Paz renuncio, “mientras divulgaba que él había sido el creador de La revista dislocada, pero yo había tomado mis precauciones y la había registrado en Argentores previo a la búsqueda del auspicio”, señala. En el verano del ’55 el público porteño hacia colas para ver Marabunta, “y como por entonces no estaba permitido el chiste político, ni siquiera rozar el tema de las filas que se hacían para conseguir cualquier cosa”, se le ocurrió incluir la parodia de las películas en su programa. En Marabunta se busca un cementerio de elefantes que Délfor cambio por uno de gorilas. En la parte culminante de film, el científico con vez trémula dice una sola frase, mientras el resto de la expedición ni siquiera respira tratando de sortear los peligros que le acechan: caníbales, tigres y hormigas gigantescas. Pero el científico de La Revista Dislocada era un reo afecto al quebracho, interpretado por Eduardo Allmirón, que cuando Délfor preguntaba: “¿escuchaste?”. “¿Qué será ese ruido?” escuchaba: “deben ser los gorilas, deben ser”. La frase se marcaba solamente tres veces, en tres páginas: “El público la consagró de inmediato, por eso incluí la reiteración del sketch a lo largo del programa, y en los siguientes”.
Al mes sacaron un disco con el tema “deben ser los gorilas”. Se vendieron 55 mil ejemplares de un tirón.- Los gorilas se escuchaban en Buenos Aires, no únicamente por la audiencia masiva que seguía a la Dislocada por Splendid. Le contaron mucho tiempo después que luego del primer intento por derrocar a Perón en junio de ese año, otra gente la escuchaba por la radio. La versión le vino de un ex agente de la SIDE a quien Délfor encontró durante su exilio en Miami. Un grupo de los servicios opositor a Perón tenía que mandar mensajes cifrados.- Les exigieron una identificación y como estaban escuchando el programa, uno de los integrantes sugirió “los gorilas”.
Así fue como nació otra especie de gorilas, género del orden de los monos, suborden de los catarrinos, familia de los antropomorfos, que viven en lugares sombríos en medio de la selva, y ruge de un modo espantoso. La neo especie en cuestión conserva las características originales, con el agregado de costumbres mucho más salvajes e indómitas. Se ha extendido por todo el subcontinente gracias a los recaudos tomados por la metrópoli.- Su creador se desentiende de las consecuencias y en su descargo reseña la responsabilidad de otros especímenes , como por ejemplo: Hormiga Negra: insecto con el que popularmente se identificó al almirante Isaac Rojas.
Crisis- Segunda Etapa- 1984