En 1988 el guionista británico Neil Gaiman tuvo la increíble oportunidad de tomar las riendas de un personaje casi olvidado en el amplio catálogo de la editorial DC Comics. La editora Karen Berg le ofreció el personaje Sandman, que hasta ese entonces era un justiciero enmascarado que había pertenecido a le era dorada de las historietas. Era un hombre común y corriente, el detective Wesley Doods, dotado de un arma que dispara un gas somnífero a sus enemigos. Fue miembro fundador de la emblemática Sociedad de la Justicia, los predecesores de La Liga de la Justicia. Era un héroe definitivamente pulp que se codeaba con otros con habilidades fantásticas.

A Gaiman el nombre le gustaba, pero tenía otros planes para su Sandman. La editora le dijo que podía quedarse con el nombre y hacer lo que quisiera con el resto.

El resultado fue una de las obras más complejas, ambiciosas y renombradas del noveno arte.

Los setenta y cinco números que corresponden a la serie original se convirtieron en clásicos. El planteo origina de Gaiman fue el de crear una historia de terror, en donde Morfeo, el señor del mundo de los sueños, consigue escapar de un encarcelamiento mágico tras más de siete décadas. Descubre que su reino está cayendo en la decadencia, que sus hermanos, los Eternos, están dispersos, y que muchas de sus creaciones han escapado de sus dominios y están causando estragos en el mundo humano.

Este nuevo Sandman comenzó a mutar a gran velocidad, conforme avanzaban los números. La epopeya pronto viró hacia terrenos fantásticos en donde el escritor consiguió volcar todas sus influencias y obsesiones en una obra que, a medida que evolucionaba crecía en ambiciones. Gaiman quiso crear una mitología propia que se nutría de las mitologías existentes, pero también de la literatura, de la música, del cine y también de las historietas.

Su personaje principal era capaz de viajar entre reinos, de visitar todo tipo de culturas. Todos los seres humanos sueñan, por ende, Morfeo es capaz de estar en todos lados, en todos los momentos de la Historia.

Pobló su creación de criaturas conocidas por el público, como Lucifer, el comandante del Infierno, o Muerte, que es hermana de Morfeo y se presenta en general como una encantadora muchacha que busca acompañar con cortesía a sus “víctimas” en el último momento de sus vidas. Gaiman dice que la creó así porque es el tipo de Muerte que le gustaría encontrarse cuando sea el momento indicado.

William Shakespeare tiene tres apariciones fundamentales como un personaje secundario importante.

El número 19, titulado Sueño de una Noche de Verano, no sólo homenajea al Bardo sino que es una reconstrucción metatextual de aquella comedia escrita alrededor de 1595. Este número ganó el premio World Fantasy Award, uno de los más importantes de literatura fantástica, en el rubro de “historia corta”.

Sandman trascendía el medio que lo vio nacer, convirtiéndose en una obra literaria por derecho propio. Esto deleito a los seguidores y horrorizo a los puristas de la letra impresa. Mientras tanto, Neil Gaiman hizo oídos sordos a las críticas y continuó tejiendo su compleja telaraña de historias. Todo culminaría en marzo de 1996, aunque el escritor ha revisitado este universo en muchas oportunidades.

Quienes somos fanáticos de esta obra siempre estamos sedientos de más historias.

¿Cómo es que una historieta tan longeva, tan galardonada, haya tardado décadas en tener una adaptación con actores?

Desde 1991 existieron numerosos proyectos que intentaron adaptar algunos arcos argumentales de la historieta a la gran pantalla. Gaiman nunca parecía contento con los proyectos. Cuando no eran los guiones, eran los productores los que no le gustaban. En el 2007 declaró que prefería no ver nunca una adaptación de Sandman a ver una mala adaptación.

Joseph Gordon-Levitt, uno de los actores con mejor reputación en Hollywood, intentó durante años crear una serie de películas, una franquicia, adaptando fielmente la tan codiciada historieta. Pero, al igual que tantos otros que pasaron por las reuniones de producción, aquel proyecto murió en el intento.

En el 2019, contra todo pronóstico, Netflix anunció que iba a producir una adaptación en su plataforma. Parecía que el tiempo de Morfeo estaba llegando, y con Gaiman a bordo. Junto a él estuvo David S. Goyer, un cineasta dispar cuyo mayor éxito fue el guion de El Caballero de la Noche.

De a poco las noticias sobre el cast comenzaron a surgir. Patton Oswalt, un querido comediante estadounidense, fue el primero en ser anunciado. Pondría la voz a uno de los acólitos más fieles de Morfeo, el cuervo Matthew. Pero la controversia sería quien encarnaría a los dos favoritos del público.

Morfeo terminó en manos del actor británico Tom Sturridge, y Kirby Howell-Baptiste fue elegida para darle vida (irónicamente) a Muerte. La actriz, de raíces afroamericanas, fue castigada por el inclemente público de internet justamente por el color de su piel. Gaiman, harto de las controversias, publicó una respuesta en donde mostraba una viñeta de su obra en donde aquel personaje había tomado la forma de una mujer de color.

Los Eternos, para aquellos que leyeron la historieta, pueden adoptar cualquier forma. Su naturaleza se los permite, y por eso ciertos cambios en el paradigma estético o de género se pueden aplicar sin problema en la adaptación.

Gwendoline Christie, actriz que los fanáticos de Juego de Tronos conocen muy bien, tomó el rol de Lucifer, causando más revuelo entre los dogmáticos de siempre.

El elenco comenzó a poblarse rápidamente mientras Gaiman fiscalizó cada etapa del proceso. Cada cambio que se hizo en la historia tuvo que pasar por la aprobación del escritor. Esta es su obra más querida, una de las que más trabajo le costó y probablemente la que más satisfacciones le dio. Tras tantas décadas esperando una oportunidad para trasladar a la pantalla al adorado Morfeo, era lógico que el creador no iba a dar puntada sin hilo.

El 5 de agosto, tras algunos escuetos trailers, debutó Sandman en Netflix, y el éxito fue inmediato, arrollador. Los diez episodios de esta primera temporada ofrecen un espectáculo que combina a la perfección el terror, la aventura y la magia que rodea a la obra original.

Los cambios son notorios para los más familiarizados con la historieta, pero no son virajes bruscos en el paradigma de la historia. La esencia está ahí, la narrativa es fiel a los acontecimientos que se retratan en las páginas impresas.

Aquellos que no hayan leído una sóla página del comic original se encontraran con una serie que plantea una narrativa adictiva, imaginativa, llena de giros y con personajes que, al principio, parecen demasiado fríos, demasiado protocolares, pero que van evolucionando a lo largo de los diez episodios.

Sandman se consideró durante décadas como una obra imposible de adaptar. El enorme equipo técnico detrás de esta serie probó que, al igual que en el reino de los sueños, nada es imposible.